Este es el motivo por el que los humanos solo surgieron en África

27 febrero
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Es un gran misterio, un enorme misterio, uno de los mayores misterios de la historia de la humanidad, de este planeta, del universo. Y sin embargo, pocos fuera de la ciencia se paran a pensarlo. Los Homo sapiens surgieron en África. Solo en África. De todas las masas continentales terrestres, solo en una de ellas surgió nuestra especie. Es más, y aunque en la prehistoria hubo primates en otros continentes, ninguno de ellos dio origen a una especie similar a la nuestra; y aunque nuestros parientes más cercanos como los neandertales o los denisovanos probablemente nacieron en Eurasia, sus ancestros eran también africanos. ¿Por qué África y solo África?

Esta pregunta aún no tiene respuesta, y quizá nunca la tenga. Solo podemos especular. Pero las implicaciones son más profundas que una simple cuestión geográfica. Lo hacía notar el científico planetario australiano Charley Lineweaver: Australia es un continente que se separó del resto antes de que surgieran los primeros primates en algún lugar sobre el que aún no se ha llegado a un consenso científico; hay indicios que apuntan a Eurasia, pero no se descarta África o incluso América. En cualquier caso, la vida en Australia siguió una evolución separada, sin interferir con la de otros continentes ni sufrir interferencias de ellos.

Sin embargo, en Australia no apareció nada similar a los primates. Nada de monos. Y aunque obviamente otras especies ocuparon los nichos ecológicos equivalentes, ninguna de ellas dio origen a nada remotamente parecido al ser humano. Si Australia hubiera sido la única tierra emergida del planeta, no estaríamos aquí. Pero, si en algún momento clave a lo largo de la evolución de nuestro linaje, África hubiera sufrido un evento de extinción masiva, como la colisión del asteroide de Chicxulub en Yucatán hace 66 millones de años que llevó a la desaparición de los dinosaurios no aviares, o las erupciones masivas en la región india del Decán por la misma época, los humanos tampoco existiríamos hoy.

En realidad este argumento es más bien el golpe de efecto, como cuando Poirot le pregunta al sospechoso: “y si usted dice que aquella noche estaba jugando al póker en Helsinki, ¿por qué el señor Hansen afirma que le vio frente a la casa de la víctima?”. Pero, en realidad, Poirot ya ha llegado a una conclusión a través de otras pruebas.

La Tierra, un lugar raro

Lineweaver y otros muchos científicos se basan en múltiples líneas de evidencia —Lineweaver es astrofísico, reconvertido en biogeólogo planetario— para desmontar la idea tan extendida de que, en el universo, das una patada y salen veinte “equivalentes funcionales de los humanos”. Los astrofísicos se rascan la cabeza con la ausencia de exoplanetas similares a la Tierra entre los miles ya conocidos. Hace unos días decía el físico exoplanetario James Owen a Universe Today: “Los planetas con una fracción significativa de agua en su masa total (10-50%) podrían ser extremadamente raros o inexistentes”.

"Los planetas con una presencia significativa de agua podrían ser extremadamente raros o inexistentes"

La Tierra es un lugar muy improbable, una excepción. Y dentro de ella, África es un lugar muy improbable, una excepción. Pero en este segundo caso, no resulta tan inmediato saber qué tuvo África para que en ella surgiera un tipo de criaturas que no aparecieron en ningún otro lugar del planeta. Y a esto es a lo que Norman Owen-Smith ha dedicado parte de su carrera científica.

Owen-Smith es profesor emérito de ecología africana en la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica. Después de estudiar durante décadas las interacciones entre los habitantes de la naturaleza africana, en su reciente libro Only in Africa: The Ecology of Human Evolution (Cambridge University Press, 2021) expone su visión de cómo y por qué los humanos pudieron surgir solo en África.

La explicación no es trivial ni sencilla, por eso 376 páginas. Pero la hipótesis atribuye la aparición de nuestra especie a una peculiar evolución de los ecosistemas africanos. El autor lo resume así: “Solo en África pudieron ocurrir las transiciones evolutivas de un frugívoro habitante de los bosques a un carnívoro habitante de la sabana”. “Estamos aquí por las distintivas características de la ecología de África”, concluye.

De la tectónica de placas a los grandes mamíferos

Según Owen-Smith, todo comenzó con la tectónica de placas. En el Mioceno, hace más de 10 millones de años, una pluma de magma del manto terrestre se elevó hacia un estrechamiento de la corteza en el este de África, elevando esas tierras. El resultado fue el valle del Rift, la Gran Falla Africana, una cicatriz de gran actividad volcánica que originó una alta meseta de suelos enriquecidos en nutrientes y clima árido, donde la sabana se convirtió en el ecosistema dominante.

En estas sabanas pudieron proliferar los grandes herbívoros, especializados en digerir la hierba. A diferencia de otros continentes, los ancestros humanos debieron adaptarse a descender de los árboles y buscar su alimento en tierra, facilitando la aparición de la locomoción bípeda. Pero el alimento que podían extraer de la hierba o de los bulbos no era suficiente, por lo que tuvieron que aprovechar el alimento ya procesado por los herbívoros.

Primero se convirtieron en carroñeros. La competencia con los depredadores les obligaba a ocupar las horas centrales del día, lo que resultó en la pérdida de pelo para evitar el sobrecalentamiento, y más adelante los empujó hacia la caza, que para los grandes herbívoros requería el desarrollo de herramientas, armas y utensilios, conduciendo a una división del trabajo, a la organización social, la comunicación y el lenguaje… En fin, a nosotros.

En resumen, la visión de Owen-Smith es que no solo somos el producto final de un fenómeno geológico casual y afortunado, sino que también debemos nuestra existencia a los grandes mamíferos africanos, sin los cuales no estaríamos aquí. Aunque ya en tiempos de Darwin, gracias a él y a otros científicos contemporáneos como T. H. Huxley, empezó a entenderse la idea entonces revolucionaria de que el ser humano es una parte más de la naturaleza, casi dos siglos después aún se extiende la idea de que nuestra presencia en el universo era inevitable, porque nosotros lo valemos.

Fuente: www.20minutos.es

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